Una bruja de la Pascua (easter witch o easter hag en inglés, påskkärring en sueco, y pääsiäisnoita, en finés) es la figura central de la tradición escandinava llamada Virvonta o Virpominen, la cual se lleva a cabo durante la Pascua en Finlandia y Suecia. En estos países, durante esa época, las niñas se disfrazan de brujas y, al igual que en la celebración de Halloween, van de puerta en puerta en busca de obsequios, tales como huevos decorados o dulces que guardan alegremente en sus calderos o viejas cafeteras.
En Suecia, la visita de las brujas de Pascua sucede el Jueves Santo, ya que según antiguas creencias de la región, este día las brujas volaban a la isla Blåkulla y celebraban ahí una fiesta. Por su parte, en el oeste de Finlandia, las niñas realizan su recorrido el Sábado Santo (pääsiäislauantai, en finés), ya que antiguamente se creía que en esa fecha las brujas y los malos espíritus (conocidos como Trulli en ese país) recorrían los alrededores haciendo travesuras. Mientras que en algunas otras regiones, la tradición llega hasta el Domingo de Ramos (sukkasunnuntai).
El típico atuendo de la bruja pascual está conformado por coloridos vestidos o faldas largas de apariencia vieja, un delantal, una pañoleta o bufanda en la cabeza (o bien, un sombrero puntiagudo), botas y, como importantes accesorios del traje, se cuentan la escoba, una cesta y una cafetera o caldero de cobre. Algunas brujitas se maquillan la cara de color verde; sin embargo, lo más tradicional es que se pinten cuantiosas pecas y apliquen rubor en las mejillas.
La tradición infantil de vestirse como brujas durante Pascua, se remonta a principios de 1800. Sin embargo, la asociación entre dicha festividad y las brujas comenzó mucho antes: Desde siglos atrás, se creía que ellas volaban a la montaña Brocken para celebrar ritos primaverales, que después serían interpretados por la religión cristina como un aquelarre demoníaco. Allí, se deleitaban con bailes, cantos, deliciosos banquetes y bebidas mágicas que eran servidas en un gran cuerno. La reunión terminaba justo la mañana del domingo. Entonces, volaban de regreso a sus comunidades.
Se pensaba también que, al regresar, las brujas podían quedar atrapadas en las chimeneas. Con el fin de evitar tal situación, la gente purificaba sus chimeneas quemando madera de nueve tipos de árboles de hoja caduca. Los aldeanos mantenían el fuego ardiendo desde el Jueves Santo hasta la mañana de Pascua. Igualmente, para alejarlas, encendían hogueras, disparaban hacia el cielo, así como pintaban cruces en las puertas y en el hocico de su ganado. Tampoco dejaban escobas o rastrillos de jardinería afuera de sus casas, para que las brujas no los usaran en sus vuelos.
En tiempo modernos, estas creencias han adquirido un tono más alegre y positivo. Como se ha mencionado, en Pascua, las niñas se disfrazan de brujas y visitan a sus vecinos para entregarles ramas de abedul y sauce como símbolo de bendiciones para el próximo año y como amuleto contra los malos espíritus. Cada rama está hermosamente decorada con plumas llamativas, listones, flores y papel crepé. Según la tradición, se supone que las ramitas traen buena suerte y salud a las personas quienes las reciben. Al entregarlas, las brujas recitan el siguiente poema: “Virvon, varvon, tuoreeks terveeks, tulevaks vuodeks; vitsa sulle, palkka mulle!” (Sacudo una ramita para que el año que tenemos por delante sea próspero y saludable; ¡una ramita para ti, y un regalito para mí!). Hay algunas otras brujitas que, en cambio, optan por dejar una tarjeta decorada o una “carta de Pascua”. En cualquiera de los casos, los adultos, agradecidos, las obsequian con dulces o una moneda por los favores otorgados.
Las tradiciones escandinavas pascuales mezclan dos antiguas costumbres religiosas: por un lado, un ritual ruso ortodoxo en el que las ramas representaban las palmas con las que se recibió a Jesús en Jerusalén el Domingo de Ramos; y, por otro, una tradición sueca y del este de Finlandia en la que los niños se burlan de las leyendas que advierten sobre la presencia de brujas malas durante el Sábado de Gloria. Sin embargo, incluso ahora, muchas personas siguen mirando en la påskkärring el remanente de la antigua sacerdotisa-bruja que bendecía la tierra y oficiaba alegres ritos para celebrar la llegada de la primavera y el renacimiento de la vida en el planeta.